Cuando llevamos poco más de 20 días de este recién estrenado este año 2.023, en nuestra sociedad queda una especie de “vacío legal” que es hasta cuándo se puede seguir felicitando en año nuevo. Yo particularmente pienso que esta tradición debería alargarse únicamente durante la semana posterior a la entrada del nuevo año, con las uvas bien digeridas y con fuerza para afrontar los doce meses que la vida no pone por delante. Porque, aunque no lo sepamos, durante estos 365 días que tarda La Tierra en dar una vuelta completa al Sol, en nuestro planeta se celebran más de un año nuevo.
Así nuestro nuevo año comienza el día uno de enero, regido por el calendario gregoriano, que es el más aceptado en todo el mundo, pero existen también culturas o tradiciones que cuentan su paso del tiempo en el calendario lunar o en el calendario juliano, con los evidentes cambios de fecha que esto supone para “celebrar” la entrada de un año nuevo.
El Año Nuevo más conocido (tras el “nuestro”) es el Año Nuevo Chino, que comienza primer día del primer mes lunar y finaliza el día quince, cuando se celebra la Fiesta de los Faroles. Es la festividad más importante del calendario chino y esto supone que durante las fechas de su celebración se produzcan grandísimos movimientos migratorios pues es una fecha a la que todos los habitantes del país más poblado del mundo les gusta pasar en familia.
Pero además del Año Nuevo Chino existen otros, menos conocidos, pero también muy celebrado en esos países, como el Año Nuevo Islámico o el Año Nuevo Judío, y en países como la India o Nepal donde también se rigen por sus propios calendarios y no llegan a coincidir con el final de año de nuestro calendario gregoriano.
Sea como fuere, y sin que sirva de precedente, me gustaría desearos a tod@s los que leáis esto FELIZ AÑO NUEVO.