Es muy frecuente escuchar en algunos “mentideros” que una vez que llega el verano y van terminando las distintas competiciones futbolísticas, se ha terminado la temporada deportiva hasta que vuelva a rodar de nuevo el balón allá por las postrimerías de Agosto. Nada más lejos de la realidad.
Porque, aunque sí que es cierto que el fútbol mueve la gran mayoría de las pasiones durante todo el año, a un servidor el primero, también es cierto que el verano nos ofrece multitud de competiciones que los amantes del deporte esperamos impacientes cada año como el Tour de Francia o el torneo de tenis de Wimbledom, cada dos años como los Campeonatos del Mundo de Atletismo o incluso cada 4 años como la Eurocopa de Naciones, unos Juegos Olímpicos o un Mundial de Fútbol, que por cierto este año la FIFA ha decidido celebrar entre Noviembre y Diciembre por las enormes e insoportables temperaturas estivales de Catar. Este verano me han llamado la atención dos de estas competiciones que se están celebrando simultáneamente mientras estoy escribiendo estas líneas. Son el Mundial de Atletismo de Eugene (Oregon) y el Tour de Francia. Y es éste el que de verdad me está haciendo vibrar como hacía tiempo que no disfrutaba, aun con la falta de protagonismo español, que desgraciadamente se sigue alargando un año más, y ya van… no sé cuántos. Y es que el Tour está en la memoria de muchos de mi generación, pero por motivos bien diferentes en algunos casos. Algunos rememoran esas tardes escuchando la televisión desde la cocina (si la has comprado en Pérez Acevedo pues estarás disfrutando de unos muebles de cocina y de unos electrodomésticos inmejorables) como Perico ascendía el Tourmalet, otros veían a Indurain mientras se daban un baño en la piscina (si la has fabricado con nuestros transformados de porcelánico mucho mejor), sentándose en los escalones cuando Miguel saltaba de inmediato a la rueda de Chiappucci y otros dormilecían en el sofá con la voz de Federico Martín Bahamontes o directamente se lo ponían como soniquete para preparar una buena siesta, de aire acondicionado y orinal.
Y es que el deporte, fútbol mediante, siempre van a ir de la mano.